Los primeros en pagar por aparcar fueron los habitantes de la ciudad estadounidense Oklahoma City. Fue uno de sus vecinos, el abogado y editor Carl C. Magee, quien inventó el parquímetro y lo patentó hace ahora 70 años. La idea era disuadir a los conductores de dejar el vehículo estacionado delante de las tiendas durante horas en las calles más transitadas.

A pesar de la oposición popular que este dispositivo despierta -entonces y ahora-, sigue formando parte del paisaje urbano. Actualmente incorporan las últimas tecnologías. Además de estar protegidos contra el vandalismo y las condiciones atmosféricas adversas, muchos de ellos funcionan con energía solar y cuentan con sistemas centralizados de gestión y control que permiten, por ejemplo, advertir que el papel para imprimir los tiques se ha acabado o avisar al usuario con un SMS de que el tiempo de aparcamiento se está agotando. En algunos también se puede pagar a través del teléfono móvil.

Algunos parquímetros actuales no son realmente parquímetros tradicionales sino que pasaron a ser centros automatizados de pago que retornan un recibo como comprobante y brindan servicios adicionales.

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