El arte Nazarí, también llamado granadino constituye la etapa final en la evolución del arte hispanomusulmán y el período donde más y mejor se desarrolla el arte islámico en España.

Es una continuación del arte islámico de la península Ibérica, enriquecido con la herencia del arte almohade y con algunas aportaciones de Oriente. En su aspecto decorativo representa una vuelta a la tradición del ornato denso, plano y menudo.

Supo aunar armónicamente la arquitectura con el paisaje, a través de jardines y sobre todo con la utilización del agua mediante fuentes, acequias y canales.

Posee un fuerte componente áulico, pues está realizado por encargo del sultán, que ostenta el poder religioso y político, y su función es exaltar el poder de su dinastía.

El arte Nazarí se extendió por el sur por Berbería, llegando hasta Siyilmasa, y al norte y occidente por los dominios cristianos, contribuyendo, junto con el estilo almohade a la creación del arte mudéjar.

La arquitectura Nazarí es pobre en sus materiales, pero rica en su ornamentación. Su máximo exponente lo encontramos en la Alhambra, conjunto monumental que se distribuye en tres núcleos: la alcazaba militar, los palacios reales y una ciudad palatina, con calles estrechas que contaba con baños públicos, mezquitas y cementerios.

Su construcción no se debe a un momento concreto del reinado Nazarí, sino que se fue ampliando y reformando a lo largo de este periodo.

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