Tras las invasiones mongoles, Anatolia (actual Turquía) había quedado dividida en numerosos principados. Desde uno de ellos, el de los otomanos (llamado así por su fundador Othman u Osman) surgirá uno de los imperios más notables de la historia, que pondrá fin a la cultura bizantina tomando Constantinopla en 1453.

Los otomanos reinaron con uno de los mayores imperios de la historia durante más de seis siglos, desde el año 1299 hasta 1923. Fue uno de los imperios más poderosos de la historia, pasó de ser un bastión turco en Anatolia a convertirse en un estado vasto que, en su apogeo, abarcaba hasta Viena (Austria) al el norte, hasta el golfo Pérsico al este, hasta Algeria al oeste y hasta Yemen al sur. Era conocido como el Imperio turco o Turquía por sus contemporáneos, aunque los gobernantes osmanlíes jamás utilizaron ese nombre para referirse a su Estado.

Este imperio se caracterizó por su gran potencia militar, la cual era temida por todos sus territorios aledaños, y por acabar con lo que quedaba del Imperio bizantino, a la vez de arrasar con otros grandes imperios. Llegó a tener 29 provincias bajo su control y diversos Estados vasallos que le rendían tributo.

El Imperio otomano llegó a su fin luego de diversas derrotas y una decadencia política y social, pero no fue hasta luego de la Primera Guerra Mundial, después de más de 600 años de poder, cuando se disolvió por completo.

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