El río Éufrates es uno de los más importantes de Asia. Junto con su vecino el Tigris, creó una región fértil: el Valle de Mesopotamia, en donde se desarrollaron las primeras ciudades-estado del mundo. Ambos ríos son parte de la historia, cultura, política y economía de los países que ahora ocupan sus cuencas.

Es el río más largo del suroeste de Asia y se estima que mide alrededor de 2,800 kilómetros de longitud, desde su nacimiento en Turquía hasta su finalización en Irak, a través de parte de Siria. Su fuente no es ningún lago o glaciar, sino que se forma a partir de la confluencia de los ríos Karasu y Murat, situada a más de 3,000 metros de altitud.

El Éufrates proveyó el agua que dio lugar al primer florecimiento de la civilización en Sumeria, que data de alrededor del IV milenio antes de Cristo. El valle del río fue el corazón de imperios posteriores, como el de Babilonia y el de Asiria. Durante varios siglos, el río fue el límite oriental del control efectivo que realizaron tanto los egipcios como los romanos y que les separaba de las regiones occidentales del Imperio persa.

A lo largo de la historia, el Éufrates ha sido de vital importancia para aquellos que viven a lo largo de su curso. Con la construcción de grandes centrales hidroeléctricas, sistemas de riego y tuberías capaces de transportar agua a grandes distancias, muchas más personas dependen ahora del río para servicios básicos como la electricidad y el agua potable que en el pasado.

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