La invasión de Sicilia de 1943 fue el primer desembarco de los Aliados en Europa desde la ocupación del Eje al continente y la retirada de Francia de 1940. También conocida como “Operación Husky”, su resultado implicó la caída del fascismo en Italia y planteó un escenario nuevo en la configuración de la contienda en el Mar Mediterráneo.

Tomar Sicilia no solamente significaba contar con un gran portaaviones con el que saltar a la Europa Meridional, sino que además pondría en crisis al Gobierno Fascista de Roma y quizá induciría a Mussolini a pedir una paz por separado con los Aliados que sacase a Italia de la guerra.

Meses antes de producirse el desembarco ya comenzaron las operaciones de hostigamiento contra Sicilia. Desde el aire la isla fue sometida a duros bombardeos sobre sus puertos, aeródromos, defensas y nudos de comunicaciones que poco a poco fueron siendo reducidos a escombros, al igual que objetivos en Cerdeña, Creta y el sur de Grecia para confundir al enemigo.

También los estadounidenses contrataron a miembros de la Mafia a través de intermediarios en el puerto de Nueva York, que ayudaron a recopilar información de las defensas italianas escondiendo agentes y distribuyendo panfletos antibelicistas entre los soldados italianos de origen siciliano para causar desmoralización. Por último, otro movimiento estratégico fue la invasión de la Isla de Pantelería y de la Isla de Lampedusa, ambas muy próximas a Sicilia que cayeron sin presentar resistencia.

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