El Papamoscas es un autómata de la catedral de Burgos que todas las horas en punto abre la boca al tiempo que mueve su brazo derecho para accionar el badajo de una campana.

Se trata de una figura humana de medio cuerpo que surge de la esfera de un reloj. Su rostro, perilla incluida, es bastante grotesco. Presenta un peculiar tocado y rasgos algo endemoniados. Va vestido con una llamativa casaca roja con amplio cuello y ceñida por un cinturón verde.

En su mano derecha sostiene una partitura musical. Con esta misma mano empuña la cadena del badajo de una campana. Cada hora en punto hace sonar esa campana, tantas veces como horas. De manera simultánea, abre y cierra la boca.

El reloj es bastante peculiar y no solo por la figura. También por su péndulo, con incrustaciones de ágata, y por su esfera de lava esmaltada para resistir las inclemencias del tiempo.

El autómata toma el nombre del pájaro papamoscas cerrojillo. Este pájaro mantiene la boca abierta esperando que las moscas entren en ella.

El mejor momento para contemplar al Papamoscas en acción es a las doce del mediodía. A esa hora toca doce veces la campana y abre otras tantas veces la boca.

Junto al Papamoscas, en un balconcillo, está su fiel e inseparable ayudante: el Martinillo. Es una figura de cuerpo entero, más pequeña que el Papamoscas, rodeada por dos campanas. Con un martillo en cada mano nos señala los cuatros de hora con uno, dos, tres o cuatro golpes de campana según corresponda.

Más información: es.wikipedia.org