El Gran Cisma, también llamado Cisma de Oriente y Occidente o Cisma de 1054, ocurrió en 1054, cuando el Papa León IX, y el patriarca de Constantinopla Miguel I Cerulario, se excomulgaron mutuamente. Este conflicto derivó en la separación de la cristiandad entre Occidente, que reconocía la suprema autoridad de Roma, y Oriente u Ortodoxa, dividia en patriarcados entre los que existe una igualdad.

El distanciamiento entre ambas Iglesias comienzó a gestarse cuando el emperador Teodosio el Grande, a su muerte, dividió el Imperio entre sus dos hijos: Honorio para que gobierne en la parte occidental, y Arcadio en la parte oriental.

Se agudizó en el año 589 por la cláusula "Filoque" (indica que Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo), ya que la Iglesia de Oriente solo reconoce que procede del Padre. Hubo un distanciamiento entre ambas iglesias entre los años 863 y 867.

Se consumó definitivamente a partir del año 1051, cuando Miguel I Cerulario patriarca de Constantinopla acusó a Roma de no conservar la pureza de las celebraciones litúrgicas, entre otras cosas. En 1054 el Papa León IX envió unos legados a Constantinopla para que Cerulario se retracte. El Patriarca no solo no retractó sino que excomulgó a León IX y éste, a su vez hizo lo mismo.

Si bien durante el siglo XX hubo varios gestos de acercamiento, hasta el 2020 todavía persiste el cisma.

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