El primer cable de fibra óptica intercontinental se amarró en el fondo del Océano Atlántico en 1988. El cable, conocido como TAT-8, estaba liderado por tres empresas: AT&T, France Télécom y British Telecom. A principios de la década de 2000, todos los continentes poblados de la Tierra estaban conectados por cables de fibra óptica. La red física de Internet comenzaba a tomar forma.

A principios de la década de 2000 se produjo un auge en el desarrollo de cables submarinos, lo que refleja el aumento del uso de Internet en todo el mundo. Solo en 2001, ocho cables nuevos conectaron América del Norte y Europa. Hoy en día, incluso las islas polinesias más remotas tienen acceso a Internet de alta velocidad gracias a los cables submarinos.

Tradicionalmente, los consorcios de empresas y gobiernos construyen las redes de cable, pero las empresas de tecnología financian cada vez más sus propias redes de cable submarino. Amazon, Microsoft y Google poseen casi el 65% del mercado de almacenamiento de datos en la nube, y también quieren controlar los medios físicos de transporte de esos datos.

Estas tres empresas ahora poseen 100.000 km de cables submarinos. Los cables viejos se desconectan. Aunque las señales ya no viajan a través de esta red, todavía se utilizan, ya que forman una red sísmica muy eficaz, lo que ayuda a los investigadores a estudiar los terremotos y las estructuras geológicas en el fondo de los océanos.

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