El 21 de diciembre de 1937 un filme animado cambiaría al mundo del cine. Blancanieves y los siete enanos, una producción revolucionaria para la época, se estrenaba en cines encantando a las audiencias y llevando al celuloide a otro nivel expresivo.

Hasta que llegó la recordada cinta, hace exactamente 80 años, el cine animado era considerado un género menor, un relleno para las cintas de carne y hueso que comenzaban a popularizarse en todo el mundo. Pero Walt Disney tenía otros planes y nada lo detendría: sus dibujos en movimiento, hijos predilectos de su osada mente creativa, harían historia.

Con Blancanieves Disney expresó de algún modo: se puede hacer cine y este puede ser animado. Así enriqueció el lenguaje del cine con una vertiente experimental única, dotando con más posibilidades expresivas.

Blancanieves y los siete enanos fue el primer largometraje animado que se estrenó a nivel comercial. El ambicioso proyecto, basado en el popular cuento de los hermanos Grimm –publicado en 1812–, se hizo realidad gracias a un presupuesto de $1.5 millones, toda una fortuna para aquel entonces.

Según el sitio Box Office Mojo, considerando la inflación, la taquilla lograda por Blancanieves y los siete enanos equivaldría en la actualidad a $973 millones. Teniendo en cuenta la misma variable, la cifra ubicaría al filme en la décima posición entre las cintas más recaudadoras de la historia del cine.

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