Después de años de negociaciones, un día Frank Sinatra visitó Argentina en lo que sería su primer y única visita. El encargado de traerlo fue Palito Ortega, quien realizó diversos viajes a Estados Unidos, donde finalmente firmó contrato con Sinatra por la monumental suma de u$s 1.650.000, por seis fechas en Buenos Aires en el mes de Agosto. Cuatro serían en el Hotel Sheraton en una gala privada de u$s 1.000 el cubierto (una fortuna para ese entonces), y dos fechas adicionales en el Luna Park.

Sinatra pasaría diez días en aquella Capital Federal del país y de la represión militar. Su voz, tan elegante y dorada que en Estados Unidos había despertado en los fans reacciones de histeria muchísimo antes que Los Beatles, llegaba por fin para elevar hasta el límite la emoción en Argentina. Una figura global acá y, para muchos, el sueño de tener a unos metros la banda de sonido de su vida.

En el viaje de Ezeiza a Retiro, mucha gente se amontonó solo para ver pasar a la estrella por la autopista. Semanas antes, las discográficas locales habían lanzado compilados en celebración de su visita. En cada presentación en el Luna hubo casi 20 mil personas. El domingo 9, la sexta carrera del Hipódromo de Palermo se denominó “Premio Frank y Barbara Sinatra”. Se esperaba la presencia del crooner y su cuarta esposa; peregrinaron hasta el lugar 32 mil almas. En esos días hubo también una breve conferencia de prensa en el Sheraton con hasta 300 cronistas acreditados, una cifra descomunal.

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