Cuando Constantino asume como Emperador del Imperio romano de Occidente, comienza una política de mayor tolerancia hacia el cristianismo. En el año 313 se reunió con Licino (Emperador del Imperio en Oriente) en Milán, donde promulgaron el Edicto de Milán, declarando que se permitiese a los cristianos profesar su fe abiertamente, en público sin ningún temor y que se les devuelvan los bienes confiscados. El edicto sirvió también para las demás religiones permitiendo que cualquier persona pudiese adorar a la divinidad que eligiese.

En el 324 mandó a construir en la Colina Vaticana, lugar donde la tradición indica que murió San Pedro, una basílica, la actual Basílica de San Pedro. En el 326, apoyó financieramente la construcción de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.

Ante las distintas controversias que existían entre los cristianos, convocó en el 325 un concilio ecuménico en la ciudad de Nicea (considerado como primer concilio, donde asistieron 300 obispos desde todos los rincones del Imperio) .

Constantino murió en el 337. Según varias fuentes, de acuerdo a una vieja costumbre, fue bautizado poco antes de morir.

Durante el gobierno del emperador Teodosio, el cristianismo pasó a ser religión oficial del Imperio, a través del Edicto de Tesalónica del año 380. Como todavía seguían habiendo controversias entre las Iglesias de Occidente y Oriente, convocó en el 381 un nuevo concilio ecuménico en la ciudad de Constantinopla.

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