La historia de «Argos» (el perro de Ulises, también conocido como Odiseo), se popularizó a través de la obra «La Odisea» atribuida a Homero y la cual fue fechada en el siglo VIII A.D.E. aproximadamente (con polémicas vigentes).

Ulises regresa a lo que fuera una vez su palacio, habiendo pasado veinte años. Diez años luchando en Troya, seguidos por diez años más luchando para volver a casa en Itaca, finalmente llega a su tierra natal. En su ausencia, temerarios pretendientes se apoderaron de su hogar con la esperanza de casarse con su esposa Penélope.

Irreconocible tras su viaje, y dado por muerto, nadie ve en él lo que una vez fue, el rey de Itaca. Vestido con harapos y apariencia de mendigo, intenta así disimular su apariencia y enfrentarse mejor a sus enemigos.

Pero Argos, su fiel perro, enfermo y descuidado, sí lo conoce y lo saluda trabajosamente con la cola. Ulises, enterado de la fidelidad de su perro y de su estado actual, pero imposibilitado de responder el saludo para no quedar en evidencia, derrama una lágrima y sigue su camino. El perro, cumplida su misión de esperar veinte años a su amo, muere a sus pies.

Esta escena es uno de los ejemplos más antiguos y paradigmáticos de la fidelidad que puede tener el perro al hombre.

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