Acteón era, en la mitología griega, un cazador iniciado en este arte por el centauro Quirón, también maestro de Aquiles. Hijo del pastor sacerdotal Aristeo y de Autónoe en Beocia, fue un famoso héroe tebano.

Gracias a la instrucción recibida, Acteón se convirtió en un extraordinario cazador. Quizá era demasiado bueno, ya que Artemisa (Diana, en el caso de la romanización de la leyenda, según, por ejemplo, la versión de Ovidio) se quejaba de su presunción y además tampoco le gustaba la idea de que se casase con su tía Semele.

Según otra forma de ver la historia, durante una pausa en una jornada de caza. Acteón vio por casualidad a la casia Artemisa bañándose rodeada de sus ninfas. Para evitar que Acteón pudiese contar a todo el mundo que la había visto desnuda, lo convirtió en un ciervo. De esta manera, Acteón fue poco después devorado por sus propios perros de caza.

El dramaturgo barroco Antonio Mira de Amescua compuso sobre el mito su poema en cincuenta y ocho octavas reales «Fábula de Acteón y Diana», y ya en el siglo XVIII José Antonio Porcel y Salablanca su fábula burlesca «Acteón y Diana». Por otro lado, José Luis Sampedro en su novela «El caballo desnudo» introdujo el mito de Acteón en la trama de su comedia.

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