Grecia había sido invadida por el Eje en la primavera de 1941, repartiéndose su territorio entre alemanes e italianos pero ocupando estos últimos la mayor parte, a lo que destinaron 170 000 efectivos.

Pero aquellos soldados italianos que parecían gozar de un destino casi paradisíaco acabaron exterminados a sangre fría a manos de sus propios aliados, los nazis, en uno de los episodios más negros de la Segunda Guerra Mundial: la llamada Masacre de Cefalonia.

Los verdaderos problemas llegaron en septiembre de 1943, cuando Italia capituló ante los Aliados firmando lo que se conoce como Armistizio di Cassibile.

El 22 de septiembre Gandin se quedó sin municiones y tuvo que rendirse; había tenido 1351 bajas frente a las 300 germanas. Pero lo peor estaba aún por venir.

Gandin y 137 de sus oficiales también murieron tras pasar por una rápida corte marcial en apenas dos días; sólo se salvaron 37.

Los cadáveres, tras ser despojados de su equipo y botas, se incineraban en grandes piras que extendían el olor a carne quemada por toda la isla; en algunos casos, como el de Gandin y sus oficiales, eran embarcados y arrojados en alta mar, por eso sus restos nunca se recuperaron.

Cefalonia quedó sembrada de cadáveres al prohibirse a los vecinos que los enterraran. Pero no fue un caso aislado porque situaciones parecidas, aunque no de tales proporciones, se repitieron en otras islas como Corfú donde estaba otra parte de la división y los teutones ejecutaron a 280 oficiales.

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