Giuseppe Arcimboldo (1527-1593) fue un pintor italiano. Fue primero diseñador de cartones para tapices y vitralista de la catedral de Milán. Vivió en Praga, y en Viena trabajó para la corte de los Habsburgo.

De la obra de Giuseppe Arcimboldo sobresalen los diversos cuadros alegóricos en los que, a partir de verduras, frutas, flores, animales u objetos diversos, forma figuras humanas o figuraciones de las estaciones del año, tales como la «Primavera» (1563, Museo del Louvre, París) o el «Retrato con hortalizas» (Pinacoteca de Cremona).

Dotado de una singular imaginación para crear los más inverosímiles y originales efectos visuales, Arcimboldo gozó de merecida fama en su tiempo a partir de esos retratos grotescos (particularmente los de la serie «Las cuatro estaciones») en los que la fisiología del rostro quedaba constituida por los elementos más dispares. Es un arte caprichoso, ilusionista y minucioso, representante del gusto manierista por la metáfora artificiosa, la curiosidad insólita y la paradoja.

El estudio y la valoración de la obra de Arcimboldo no fueron abordados con rigor hasta principios del siglo XX, como reflejo del interés volcado hacia ella por el surrealismo. Los surrealistas apreciaron una fascinante mezcla de sátira y alegoría en estas obras, y concedieron un gran valor al juego visual que proponen sus composiciones.

Su influencia llegó a pintores de la talla de Salvador Dalí, como lo demuestra la «Cara paranoica» realizada en 1935.

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