Siglos antes de la llegada de Cristóbal Colón a las Antillas, diversos pueblos americanos habían alcanzado un alto grado de civilización. Los más importantes fueron los aztecas, que dominaban el centro del actual México; los mayas, establecidos en las tierras bajas y altas de la península de Yucatán; y los incas, un grupo de origen quechua que forjó, a lo largo de casi la totalidad de la cordillera de los Andes, el Imperio Inca o Incaico.

El Imperio incaico pasó por tres etapas históricas, siendo la primera el Curacazgo incaico (1197-1438), a través de la cual los quechuas consolidaron un Estado que logró sintetizar los conocimientos artísticos, científicos y tecnológicos de sus antecesores tomando como centro la ciudad del Cuzco.

Posterior a ello, se da la segunda etapa, conocida como Imperio incaico o Tahuantinsuyo (1438-1533), la cual recogió aquellos conocimientos heredados y los potenció. Conforme se dio la expansión del imperio, este fue absorbiendo nuevas expresiones culturales de los pueblos incorporados, llegando abarcar los actuales territorios del Perú, Bolivia, Ecuador, Chile, Argentina y Colombia, constituyéndose así en el Imperio más grande de la América precolombina.

La conquista del Tahuantinsuyo, realizada entre 1530 y 1540 por los españoles encabezados por Francisco Pizarro, puso fin al imperio y con ello a la etapa de apogeo de la civilización incaica, dando lugar al nacimiento del Virreinato del Perú.

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