El culto a los antepasados probablemente es tan antiguo como la propia humanidad y aún perdura en distintas fiestas y tradiciones. Cada tres años y siempre durante el mes de agosto, los indonesios de la isla de Célebes celebran un ritual llamado Ma’nene, en el que la gente exhuma los cuerpos de sus familiares difuntos para limpiarlos, peinarlos y cambiarles la ropa; también les hacen ofrendas y los exhiben, en posición yacente o atados de forma que se muestren como si estuvieran de pie.

Después, vuelven a inhumarlos con toda solemnidad. Para estas personas se trata de un modo de honrar la memoria de sus familiares y asegurarse la protección de sus espíritus; si no cumplen con el ritual, les llegará la desgracia en forma de malas cosechas, reveses económicos, enfermedades...

El carácter periódico de esta costumbre exige tomarse mucho trabajo para preservar los cuerpos de la mejor forma posible. Al morir, los finados son envueltos con varias capas de tela bien prieta, y se les cambia el ataúd cada vez que son desenterrados, además de extraérseles los órganos descompuestos con el tiempo. Los cadáveres han de aguantar para futuros Ma’nene.

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