El primer sello postal de la historia se emitió en el Reino Unido el 1 de mayo de 1840 y se utilizó por primer vez para franquear una carta el 6 de mayo de ese mismo año. Hasta la fecha, el importe del envío de la correspondencia debía abonarlo el destinatario y dependía de la distancia que se debía recorrer para su entrega.

Su creación se debe al parlamentario británico Rowland Hill, que en 1837 presentó al Royal Mail (Servicio Postal británico) un proyecto en el que se incluía el franqueo de la correspondencia mediante sellos adhesivos que debía pagar el remitente. Además, también incluyó un dibujo con el modelo del primer sello, el Penny Black. Era un dibujo del perfil de la reina Victoria sobre un fondo negro con el texto Postage en la parte superior y la tarifa One Penny (un penique) en la inferior. Se creó un comité en la Cámara de los Comunes para estudiar la propuesta y en 1840 se aprobó.

El Penny Black tuvo una primera tirada de 60 000 ejemplares, pero hasta ser retirado de la circulación, en 1841, se emitieron 68 millones de ejemplares, de los que se calcula sobrevive un millón y medio.

Hoy en día se coleccionan estampillas (sellos) en todo el mundo tanto por adultos como por niños. Este pasatiempo puede ser barato y divertido, pero cuando se practica de manera más formal se puede llegar a invertir mucho dinero en él, ya que los coleccionistas más serios tienden a buscar sellos raros y difíciles de encontrar. A esta afición se la conoce como filatelia.

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