Río Amarillo (Huang He). Con sus 50 afluentes y sus 4.850 kilómetros desde sus orígenes en el altiplano del Tíbet hasta su desembocadura en el golfo de Bohai, deviene un ser poderoso, capaz de abastecer de agua el quince por ciento de los terrenos agrícolas de toda China, es el segundo río más largo del país y el quinto del mundo.

No en vano sus habitantes lo consideran como La Madre de China, una madre que podía ser fecunda en su abundancia pero también devastadora en sus sequías e inundaciones. Posee un particular recorrido por cuencas y fluyentes, pero también por la realidad social y cultural que conviene alrededor de este gran río.

Históricamente, es el río más importante de China. En su cuenca se han descubierto numerosos yacimientos arqueológicos que demuestran presencia humana ininterrumpida desde la prehistoria.

En torno a él, en la llanura del Norte de China, surgió la civilización de los han, el principal grupo étnico del país y posteriormente las primeras dinastías, cuyo territorio se iría expandiendo después hacia el sur.

Su nombre se debe a la gran cantidad de materiales en suspensión que arrastran sus turbulentas aguas, lodos y loess —partículas de arena muy finas, con predominio de cuarzo—, que le dan su color característico, además de las partículas en suspensión que provienen de la multitud de cultivos de maíz alrededor del cauce a lo largo de cientos de kilómetros en su curso medio.

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