Los hombres cocodrilo están ubicados en aldeas dispersas al noroeste del país, en la región del río Sepik, en Papúa Nueva Guinea donde un pueblo que le corta la piel a sus hombres para que se parezcan a los cocodrilos, en un ritual de iniciación.

La mayoría de ellos recibe los tajos cuando son niños, aunque también pueden hacerlo si dejan la tribu y luego deciden reintegrarse.

Para este clan, de creencia animista, el cocodrilo es un símbolo de poder, según la creencia, sus antepasados eran cocodrilos y al salir del agua y adentrarse en la tierra se convirtieron con el tiempo en humanos. Hoy, los hombres le rinden homenaje y a través de este rito pretenden adquirir la fuerza del mítico reptil.

Ellos creen que al principio había agua, entonces el cocodrilo creó la tierra y en ella se formo una gran grieta, el cocodrilo la fecundó dando origen a toda las especies. Luego, abrió sus fauces y de su mandíbula superior surgió el cielo y de la inferior la tierra. La simbiosis de hombre y reptil mantiene vivos los códigos ancestrales.

Los hombres cocodrilo mantuvieron a lo largo de los años este ritual donde realizan escarificaciones en la piel que simulan ser escamas. Son decenas de cortes a lo largo del cuerpo que luego se llenan de tierra o arcilla y de un aceite antiséptico, es un procedimiento que genera gran impresión y mucho dolor.

Los hombres de estas tribus buscan mediante este rito iniciático adquirir la fuerza de los reptiles, les temen, pero también les adoran.

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