El árbol de Teneré estaba en el desierto del Sahara y formaba parte de un bosque exuberante y poblado, pero con el paso del tiempo los árboles desaparecieron, quedándose solo en un desierto estéril como un hito aislado de las rutas de las caravanas a través de la región de Teneré del Sahara en noreste de Níger durante cientos de años.

El Árbol de Teneré era una solitaria acacia, la única situada en el corazón de uno de los mayores desiertos del mundo, cuya silueta era visible a larga distancia a pesar de que su altura no era mayor de tres metros. Era el punto de referencia para las caravanas de tuaregs que atravesaban la región.

Aislada en una inmensa zona desértica de 400 km a la redonda, "la zona aparte" en lengua tuareg, el desierto en el desierto. En mitad de una inmensa llanura de arena de 400.000 km2, mayor que la superficie de toda Alemania. Un lugar donde pueden pasar varios años sin llover.

El árbol permaneció aislado durante décadas. En el invierno de 1938 a 1939 el comandante francés Lesourd, del Servicio Central de Asuntos Saharianos mandó excavar un pozo cerca del árbol y se encontró que sus raíces alcanzaban un manto freático ubicado a casi 40 metros de profundidad.

Sobrevivió cientos de años a la desertificación, hasta que un día en 1973, un camionero borracho lo golpeó y lo tumbó. Tras ser derribado, el árbol muerto fue trasladado al Museo Nacional de Níger en la capital Niamey. Desde entonces, ha sido sustituido por un simple escultura de metal.

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