Los soberanos de la dinastía XXV eran de origen nubio, sustituyeron a las dinastías libias. Descendían de sacerdotes de Amón exiliados a principios de la dinastía XXII cuando los sucesores de Herihor, que habían convertido en hereditario el cargo de Sumo sacerdote de Amón, fueron expulsados de Tebas por Sheshonq I.

El primer soberano nubio en aventurarse hacia el norte fue Piye, fundador de la dinastía: conquistó Tebas, pero no llegó a culminar su obra y volvió de nuevo a su capital Napata tras la victoria.

Fue Shabako, su sucesor, quien derrotó definitivamente a la dinastía libia del Bajo Egipto y consiguió unificar la práctica totalidad de Egipto. A pesar de la victoria de Shabako, algunas ciudades del norte conservaron su autonomía bajo el gobierno de príncipes de origen libio. Tanis estaba gobernada seguramente por los descendientes de la dinastía XXIV mientras que los gobernantes de Sais darían más tarde lugar a la dinastía XXVI.

Además de los problemas internos, la dinastía XXV tuvo que hacer frente a una peligrosa amenaza exterior: el Imperio asirio. El conflicto duró décadas y su principal escenario bélico fue Palestina, si bien los asirios llegaron a saquear Tebas en dos ocasiones, en 666 a.C. y en 664 a.C., cuando convirtieron el país en un protectorado asirio.

En relación a las otras opciones: Esmendes fue el fundador de la dinastía XXI. Con este faraón comenzó la época denominada Tercer período intermedio. Seshong I fue fundador de la dinastía XXII.

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