La línea Maginot fue una muralla fortificada y de defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial.

Este sistema debe su nombre a su promotor, el ministro de Defensa francés André Maginot, un veterano mutilado durante la Primera Guerra Mundial que inició el proyecto en 1922 y murió en 1932 sin ver terminada la obra.

La línea Maginot era invulnerable a bombardeos aéreos y al fuego de tanques. Contaba con ferrocarriles subterráneos como refuerzo. También contaba con unas habitaciones de vanguardia para las tropas de guarnición, que disponían de aire acondicionado y comedores para su comodidad.

Oficiales franceses y británicos habían previsto los límites geográficos de la Línea Maginot, y cuando Alemania invadió los Países Bajos y Bélgica, llevaron a cabo planes para formar un frente agresivo que atravesara Bélgica y conectara con la Línea Maginot.

Sin embargo, la línea francesa era débil cerca de las Ardenas. El general Maurice Gamelin, al redactar el Plan Dyle, creía que esta región, con su terreno accidentado, sería una ruta de invasión improbable para las fuerzas alemanas, pues si se atravesaba, se haría a un ritmo lento que daría tiempo a los franceses a reunir reservas y contraatacar.

El ejército alemán, tras reformular sus planes a partir de una repetición del plan de la Primera Guerra Mundial, se dio cuenta de este punto débil del frente defensivo francés.

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