El coyol (Acrocomia aculeata) es una especie nativa de Brasil, pero se encuentra en varios países de América Latina. Se puede utilizar en la alimentación humana, la oleoquímica y la cosmética.

En Brasil se le conoce como la palmera más común. Mide entre 5 a 15 metros de altura, tiene espinas en su tronco y hojas, soporta bien las sequías. El fruto se divide en 4 partes: la cáscara, la pulpa, el endocarpio (parte dura que envuelve a la semilla) y la almendra.

Con su pulpa se produce un aceite recomendado para la fabricación de biodiésel, de biokerosene y del propio aceite de coyol. Casi todo en este fruto es aprovechable. El aceite hecho con su almendra tiene características ideales para la fabricación de cosméticos, ya que facilita la penetración del producto en la piel.

Al procesar tanto los frutos como la cáscara, se obtiene una pasta rica en proteínas que se utiliza para alimentar al ganado.

El endocarpio se puede emplear para el tratamiento del carbón activado, que se utiliza como filtro para purificar aire y líquidos.

Otra ventaja del coyol es su follaje, que al ser más delgado que el de la palmera africana (de donde se extrae el aceite de palma), permite que se cultive junto al pasto, esto es útil en la ganadería y a la inclusión de la agricultura.

Uno de los objetivos de un proyecto en Minas Gerais, fue seleccionado por el Banco Mundial, y ha recaudado 6 millones de dólares en inversiones para impulsar una cadena de producción de coyol en el país.

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