La historia de los Juegos Olímpicos está llena de heroicidades y de grandes récords. Pero la historia de Eric Moussambani modificó esa visión. Hizo ver que también se podía ser un héroe sin lograr un metal, sin batir un récord, sin ser un súper atleta.

Este nadador de Guinea Ecuatorial siempre será recordado como el hombre que, en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, hizo los 100 metros libres en 1:52.72, una marca el doble de alta de la que emplean los campeones e, incluso, superior a los que nadan los 200 libres. El peor tiempo jamás registrado en una competición de élite. La prensa australiana le bautizó como ‘The Eel’ (la anguila).

El público no entendió nada: los movimientos de Moussambani no parecían en absoluto los de un nadador de élite. Eric no hacía el movimiento para respirar de forma ortodoxa: cuando se empezó a cansar, incluso dejó de patalear con los píes. Eric se defendió razonablemente bien en el primer largo, pero el segundo se le hizo...largo. El público, sin embargo, respondió de forma muy afectuosa.

Aposteriori explotó su popularidad apareciendo en diversos medios de comunicación y persistió en su empeño de convertirse en nadador, entrenándose en diversos países, entre ellos España. Llegó a cubrir los 100 metros por debajo del minuto, pero su historia no llegó más allá del horizonte de Sydney. En el año 2012 fue nombrado entrenador jefe de la natación guineana.

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