Federico I de Hohenstaufen, llamado Barbarroja por el color de su barba, fue desde 1147 duque de Suabia con el nombre de Federico III, desde 1152 rey de los Romanos y a partir de 1155 emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

El reinado de Barbarroja representó el apogeo del Sacro Imperio Romano Germánico, el primero que le dio ese nombre. Responsable de afianzar el poder imperial tanto dentro de Alemania como en el norte de Italia, cuyas ciudades-estado se habían hecho independientes. Introdujo un cuerpo legislativo unificado, acudiendo de nuevo al derecho romano. Fue un referente para los nacionalistas alemanes que pretendían reunificar el país bajo un poder fuerte, como el del emperador.

Participó en la tercera cruzada, tras la toma e Jerusalén por Saladino, pero ni llegó a la Ciudad Santa, ya que murió ahogado en el río Saleph (actualmente Göksu, al sur de Turquía) en junio de 1190.

Se especula si se ahogó bañándose, tras caerse del caballo o si sufrió algun tipo de colapso que lo hizo caer. En cualquier caso, el hecho de llevar la armadura puesta hizo que no pudiese salir y se fue al fondo.

Su hijo Federico VI de Suabia continuó con un pequeño ejército para enterrar a Barbarroja en Jerusalén. El intento de conservarlo en vinagre fracasó, así que después la carne del emperador fue enterrada en la iglesia de San Pedro en Antioquía, sus huesos en la catedral de Tiro y el corazón y las entrañas en Tarso.

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