La palabra higiene procede del francés hygiène, latinización del griego ὑγιεινή (τέχνη) hygieinē technē, que significa «(arte) de la salud», de ὑγιεινός (hygieinos), «bueno para la salud, sano», a su vez de ὑγιής (hygiēs), «saludable, sano, saludable».

En la mitología griega, Higía, hija de Asclepio y Lampecia, hermana de Telesforo, Yaso y Panacea, era la diosa de la curación, la limpieza y la sanidad (posteriormente, también de la luna), mientras que su padre estaba relacionado con la medicina.

En la actualidad, la higiene es el conjunto de conocimientos y técnicas que aplican los individuos para el control de los factores que ejercen o pueden tener efectos nocivos sobre la salud.

La higiene personal es el concepto básico del aseo, de la limpieza y del cuidado del cuerpo humano. Son una serie de hábitos relacionados con el cuidado personal que inciden positivamente en la salud y que previene posibles enfermedades e infecciones; asimismo, es la parte de la medicina o ciencia que trata de los medios de prolongar la vida, y conservar la salud de las personas.

El primero que valorizó la higiene para evitar infecciones fue el médico Ignaz Semmelweis, quien creó el procedimiento antiséptico en 1847. Posteriormente, gracias a los experimentos de Luis Pasteur que probaron la teoría germinal de las enfermedades infecciosas, las prácticas higiénicas cobraron suma importancia en las intervenciones médicas y la vida cotidiana de la población como sinónimo de salud.

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