En la mitología griega, las musas eran las divinidades inspiradoras de las artes y las ciencias, siendo nombradas por primera vez por Hesíodo. Las musas son hijas de Zeus y Mnemósine (diosa de la memoria).

Bajaban a la tierra a susurrar ideas e inspirar a aquellos mortales que las invocaran. En la época más arcaica eran las ninfas inspiradoras de las fuentes, en las cuales eran adoradas. Finalmente, alrededor de los siglos VIII-VII a. C.​ prevaleció en todo el territorio de la Hélade la adoración de las nueve musas, que son Calíope, Clío, Erato, Euterpe, Melpómene, Polimnia, Talía, Terpsícore y Urania.

El culto a las musas era originalmente de Tracia y Beocia, y fueron de vital importancia para el desarrollo artístico en la Antigua Grecia. Los poetas eran sinceros en su invocación a las Musas y realmente se creían inspirados por ellas, pero con la imposición del cristianismo en la Edad Media, la adoración de las musas y de todas las deidades tuvieron que ser abandonadas por la pena de muerte o el destierro.

Las musas se encontraban con frecuencia en el monte Parnaso, que estaba consagrado a Apolo. A los pies de este monte se encontraba la fuente Castalia, en la que los artistas se purificaban antes de entrar al templo del dios. También tenían un santuario en el Helicón, la montaña más alta de Beocia, donde se encuentra la fuente Hipocrene, que surgió de una coz del caballo alado Pegaso.

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