Aunque se les llame así, las ‘cajas negras’ no son negras, normalmente están pintadas en colores rojo, naranja o amarillo, y son fluorescentes para poder localizarlas fácilmente.

Contrario a lo que se piensa, la caja negra del avión se compone de dos equipos separados: un registrador de voz de cabina (CVR) y un registrador de datos de vuelo (FDR).

Estos dispositivos de almacenamiento de información son obligatorios en todos los vuelos comerciales y corporativos. Suelen estar situados en la cola del avión, donde es más probable que sobrevivan a un accidente.

Los datos recabados ayudan a los investigadores a determinar y señalar las causas probables de un accidente y que ayuden a determinar las causas y con ello, mejorar la seguridad de la industria aérea.

El primer prototipo fue diseñado por el ingeniero francés llamado François Hussenot en el año 1939. Se trataba de una caja rudimentaria hecha con film fotográfico calibrada con espejos. Los sensores de a bordo lanzaban flashes en el film fotográfico y así se registraba el historial del vuelo. Hussenot, irónicamente, murió en un accidente aéreo en 1951.

Aunque la ‘caja negra’ propiamente dicha es obra de un científico australiano, David Warren, que inventó una grabadora de voz para que registrara lo que ocurría en la cabina, mientras investigaba, en 1953, las causas por las que los Havilland Comet, los primeros aviones comerciales impulsados por turbinas, se estrellaban.

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