No hay otra instancia de comida más característica de Chile que "la once" y su original nombre no hace más que subrayar esta cualidad. Pero pese a que esta comida de media tarde es parte de la cultura y que para la mayoría la mesa con té, café, pan, palta, quesos, cecinas, sea parte de su imaginario, es poco lo que se ha investigado de ella.

La teoría más difundida del origen de la palabra "once" es que deriva de las once letras del aguardiente (licor extraído del orujo de la uva y de alto contenido alcohólico) y que los curas, aunque otras versiones dicen que los trabajadores utilizaban la expresión "tomar las once" para disimular que iban a beber licor a media tarde.

La recoge el historiador Eugenio Pereira Salas en "Apuntes para la historia de la cocina chilena", aunque también consigna en su libro otra versión: podría venir de eleventh, "palabra inglesa que habría introducido Lord Cochrane en la marinería nacional para designar el refrigerio de mediodía".

Eso sí, la elite, particularmente la santiaguina, hablaba "del té", nunca de "la once", expresión vinculada a la clase media y el mundo popular, 'once' era una clave secreta para tomar aguardiente.

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