La mandarina es un fruto cítrico parecido a la naranja, aunque de menor tamaño, de sabor más dulce aromático y resulta más fácil de pelar.

El origen de las mandarinas es asiático. De hecho, el nombre mandarina se refiere al color de ropa que usaban los mandarines, los antiguos gobernantes de China. En esa región, se originaron hace 20 millones de años, desde entonces se han generado una gran variedad de especie e híbridos.

Encontramos por lo menos tres nombres científicos: Citrus reticulata, Citrus unshiu y Citrus reshni. A su vez, la mandarina está clasificada dentro de la familia de los hesperidios.

En Asia, el árbol mandarino se cultiva en las zonas tropicales de China e Indochina desde el siglo XII a.C. Al sur de Europa la mandarina fue introducida en el siglo XIX.

A su vez, el cultivo del mandarino en España se centró en las regiones mediterráneas de Valencia y Castellón, luego de lo cual fue importada a América.

Se cree que fue el colonizador Bernal Díaz del Castillo quien introdujo la mandarina a tierras mexicanas en 1518 a través de Tonalá, Veracruz.

Este cítrico es rico en vitaminas C, B1, B2 y B6, flavonoides, betacaroteno y aceites esenciales. También contiene potasio, calcio y magnesio así como hierro, cinc, fibra y fósforo.

Actualmente los diez principales productores de mandarina a nivel mundial son: China, España, Brasil, Japón, Corea del Sur, Egipto, Turquía, Irán, Tailandia Pakistán, Argentina, Venezuela y Guatemala.

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