El polvo se compone, principalmente, de células muertas que se desprenden continuamente de nuestra piel. Se calcula que un 70% del polvo doméstico es piel humana.

La pelusa que se forma debajo de los muebles no es más que una aglomeración de piel muerta con partículas provenientes de paredes, suelos y otros materiales.

Esa "parte humana" del polvo lo convierte en un hábitat perfecto para nuestros pequeños compañeros de viaje: los ácaros. La taxonomía de los ácaros es compleja y no está aún resuelta. Han sido considerados un orden de la clase arácnidos, pero en la mayoría de los estudios recientes se consideran una subclase.

Estos artrópodos microscópicos con un tamaño comprendido entre 0.25 y 0.35 micras son seres ciegos y fotofóbicos, emparentados con las garrapatas, las arañas y la sarna.

La humedad es un factor muy importante en su proliferación. Sábanas, edredones, almohadas, alfombras, peluches, colchones y sofás son un hábitat excelente para los ácaros ya que les ofrecen:

- Humedad: debido a la profundidad de se relleno.

- Calor: por la transpiración humana.

- Comida: por la piel muerta.

Cada ácaro hembra puede poner de 20 a 50 huevos, produciendo una nueva generación cada tres semanas. Se calcula que cada gramo de polvo contiene una media entre 100 y 500 de estos animales, con frecuencia responsables de congestión nasal, estornudos, picazón en la garganta, urticaria o picazón en los ojos en lugares donde hay mucho polvo: alergia a los ácaros.

Más información: emmanuelsilvasotelo.blogspot.com