Las sirenas son personajes mitológicos que no eran como se cree: mujeres hasta la cintura y con cola de pez. Las sirenas verdaderas, cuentan desde la antigüedad, tenían cuerpo de ave y rostro de mujer.

En las leyendas tampoco existe mucho acuerdo ya que son moustros demoníacos para algunos autores y simples ninfas para otros.

Curiosamente, en La Odisea, Homero no cuenta cómo eran físicamente pero sí dice que habitaban una isla que no se veía a simple vista y que, desde allí, entonaban cantos tan dulces que se hacían irresistibles para los navegantes.

Hipnotizados, ponían proa rumbo al lugar de donde llegaba aquel maravilloso canto y al hacerlo, terminaban estrellándose en las rocas y hundiéndose en las profundidades para nunca más volver.

Ulises, el protagonista de La Odisea, sabía de aquello. Por eso tapó los oídos de los hombres de su tripulación con cera y ordenó que a él mismo lo ataran al palo mayor para resistir aquella seducción.

Lo que no se entiende es cómo escucharon esa orden sus hombres si tenían los oídos tapados, pero eso es otra historia.

El caso es que así lograron pasar por esa zona sin contratiempos.

Aquella atracción fatal falló con Ulises. Lo que quedó fue el bello poemo homérico y una frase para atender : " No escuchar el canto de las sirenas " no dejarse llevar por promesas, por más hermosas que suenen.

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