El mamey es una fruta ovoide originaria de Mesoamérica, muy probable de las selvas de Chiapas, Tabasco o Veracruz, donde todavía crece de manera silvestre, aunque también existen documentos de los colonizadores, que aseguran se encontraba en Jamaica, Republica dominicana, entre otras zonas tropicales, sin embargo, se documenta su origen en México.

Su nombre en náhuatl es tetzontzapotl, que significa zapote color de tezontle, por su tonalidad parecida a la de esa piedra; cabe mencionar que pertenece a la familia de las zapotecas, por lo cual también es conocido como zapote colorado o zapote mamey.

Su pulpa es blanda y rojiza, tiene un sabor delicioso sabor muy dulce cuando ha madurado, y alberga dos grandes semillas denominadas pixtles, de forma elipoidal, que sobresalen por su tamaño que va de 5 a los 10 centímetros de largo y su brillante color negro.

Es rico en vitaminas A y C, además contiene minerales como potasio, fósforo, hierro y calcio, nutrientes vitales para el organismo. Se le atribuyen propiedades energéticas, por lo que es recomendado para personas convalecientes.

Es un gran aliado de belleza, pues su pulpa y aceite fortalecen el cabello, asimismo permiten un crecimiento saludable de estos. Por su contenido en carotenos, es un fruto que resulta antioxidante y que al aplicarlo en la piel, sirve para hidratarla y otorgarle una textura suave.

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