La mítica rana de lluvia, debe su nombre a la leyenda que dice que las ranas anuncian la venida de la lluvia con su canto. Desde los tiempos prehispánicos, los pueblos nahuas asociaron a las ranas con el dios de la lluvia, Tláloc.

La rana negra de lluvia (Breviceps fucus), es un anfibio de piel rugosa y aspecto ovalado que parece un "aguacate enojado", con piel rugosa y un color verde oscuro. Fue la primera rana descrita por Linneo en 1758.

La especie proviene del Cinturón de Pliegues del Cabo, en Sudáfrica. En su etapa adulta, alcanzan un tamaño entre los 40 y 51 milímetros. Si se ve amenazada o percibe algún tipo de peligro, la rana negra de lluvia posee un particular mecanismo de defensa. Para evitar ser atrapada, infla su cuerpo mientras excava. De esa manera, la rana negra de lluvia puede evitar que algún predador la ataque o pueda removerla de su madriguera, tiene una gran habilidad para cavar túneles de hasta 1,5 metros de profundidad.

En su desarrollo, la rana negra de lluvia hizo una adaptación propicia para la conservación de la especie. Durante la época de apareamiento los ejemplares hembra segregan una sustancia viscosa para que durante el acto sexual los ejemplares machos no se caigan.

Durante el tiempo de incubación, los machos protegen los huevos, que pueden llegar hasta 40 unidades por nido, permaneciendo en la madriguera y emitiendo chirridos pequeños.

Se encuentra en peligro de extinción debido a la pérdida de su hábitat natural.

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