El pie humano y el tobillo son una fuerte y compleja estructura mecánica que contiene 26 huesos, 33 articulaciones, y más de 100 músculos, ligamentos y tendones.

Se pueden ordenar en tres grupos: siete son los tarsianos (el calcáneo, el astrágalo, el cuboide, el navicular, el cuneiforme interno, el cuneiforme medio, el cuneiforme externo).

Cinco son los metatarsianos (primer metatarsiano: ubicado a la altura del dedo gordo, segundo metatarsiano: situado bajo el dedo indice, tercer metatarsiano: bajo el dedo corazón, cuarto metatarsiano: a la altura del dedo anular, quinto metatarsiano: ubicado bajo el dedo meñique).

Y catorce llamados falanges, que además se dividen en 3 tipos: proximales, medias y distales.

El calcáneo, o hueso del talón, que se proyecta hacia atrás, detrás de la articulación del tobillo, está conectado con el astrágalo, que forma una articulación con los huesos inferiores de la pierna. Los pies son menos flexibles que las manos, porque están unidos entre sí por sólidos ligamentos. Son los que dan estabilidad y soporte para evitar que el cuerpo se caiga al moverse o estar de pie en suelos llanos o desnivelados, son palancas flexibles que alejan el cuerpo del suelo al caminar, escalar, correr y saltar.

La articulación subastragalina es la que permite que nuestros pies hagan movimientos de pronación (el pie se va hacia adentro) o de supinación (el pie se va hacia afuera), además de estabilizar y distribuir las presiones al dar y apoyar el paso.

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