Las tortugas marinas o quelonioideos, en la actualidad se divide en dos grupos: Cheloniidae y Dermochelyidae.

La tortuga laúd, tinglar o baula (Dermochelys coriacea), es la mayor de todas, alcanzando una longitud de 2,3 metros y un peso de más de 600 kilogramos. Un individuo macho llegó a pesar 916 kilogramos.

Se encuentra en todos los mares tropicales o subtropicales y es la única especie de la familia de "dermoquélidos".

Su nombre surgió por la similitud de las siete líneas de su caparazón con las cuerdas del laúd, un instrumento musical de estirpe similar a la guitarra, a diferencia del resto cuyos caparazones están cubiertos de plaquetas.

Poseen las mandíbulas recubiertas de piezas córneas que constituyen un pico cortante que utilizan durante la ingestión de su alimento, a diferencia de las otras especies que carecen de dientes.

Se pasan todo el día en el agua, ya sea flotando semidormidas o cazando alguna presa, sólo salen de su hábitat marino para depositar los huevos en la tierra.

Con una increíble fuerza, comienzan a cavar un agujero, en el cual la hembra se sienta en el borde de este complejo nido y de su órgano copulatorio, van cayendo de a dos o tres huevos por vez. En tan sólo diez minutos llegan a sumar unos cien.

Todos ellos son blancos, algunos de forma esférica y otros ovalados.

De estos últimos surgirán al cabo de unos 2 a 3 meses las nuevas crías, que recién varios años más tarde tendrán un caparazón duro y macizo que les servirá de protección.

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