El calendario romano fue el primer sistema para dividir el tiempo en la Antigua Roma. Según la tradición mítica, el calendario romano fue creado por uno de sus dos primeros reyes, Rómulo.

El primitivo calendario romano fijaba la duración de los meses en 29 días, 12 horas y 44 minutos con meses lunares de 29 o 30 días. El mes era la fracción mayor y el día la menor, aunque después se dividió en horas.

Si bien no había un concepto de semana como la conocemos actualmente, en un principio se utilizaban una especie de semana de 8 días —basada en la semana «mercantil» etrusca—. Siete días hábiles de trabajo y un octavo día de «negocios». Este octavo día era más bien festivo y de descanso. La gente lo utilizaba para sus tareas personales y generalmente otras actividades recreativas.

Si bien se trató de implementar una semana de 7 días a lo largo del Imperio, nunca se logró llevar a cabo o imponer su uso de manera regular. Fue hasta Constantino en el 321 d.C., que inspirado en la división de los días del calendario Hebreo, se impuso una semana de siete días.

La diferencia es que el día de descanso se dio en domingo, para festejar la resurrección de Jesús y no en el día sábado como en la versión Hebrea y su Shabbat. Anteriormente a la reforma de Constantino, los meses, si bien no se dividían en semanas, se dividían en días especiales.

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