El esqueleto de los gatos está compuesto por más de 230 huesos, este número varía en función de la cantidad de vértebras caudales. Eso son unos 38 huesos más que los humanos.

La flexible columna vertebral está compuesta por 7 vértebras cervicales, 13 vértebras torácicas, 7 vértebras lumbares, 3 vértebras sacras y entre 20 y 23 vértebras caudales. A diferencia de los humanos, la clavícula no está fusionada con el esqueleto, lo que le da al gato una enorme capacidad de movimiento. No es de extrañar que pueda balancearse con tanta gracia sobre las vallas más estrechas.

Como cazador furtivo, el felino no está orientado a resistir largas carreras, sino a realizar cortos esprints y saltos. Esto se puede ver en las fuertes piernas traseras.

Las articulaciones son muy flexibles, sobre todo, la columna vertebral. Durante una caída, el gato puede girarse por completo con la ayuda de su cola para caer sobre las patas y reducir el riesgo de una lesión. Al caer, las articulaciones del minino están protegidas por tejido cartilaginosos elástico, que sirve como amortiguador para la fuerte presión y la sobrecarga.

Esta función se facilita con el líquido sinovial viscoso, que recubre completamente la cápsula articular en el mejor de los casos.

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