La Mona Lisa, una de las pinturas más famosas de Leonardo da Vinci, fue sustraída del Louvre en París en una ocasión, en 1911. En aquel entonces, la pintura no era famosa, pero eso no impidió que Vincenzo Peruggia, un empleado del museo, planeara el robo.

Peruggia sabía que la Mona Lisa era una de las pinturas más valiosas del museo y conocía bien el edificio. El día del robo, se escondió en un armario y esperó hasta que el museo cerrara. Entonces, salió del armario, se dirigió a la sala donde se encontraba la pintura y robó. Colocó la pintura debajo de su chaqueta y salió del museo sin ser detectado. El robo se descubrió la mañana siguiente.

A pesar de que la policía francesa llevó a cabo una intensa búsqueda de la pintura, no logró encontrarla. En 1913, Peruggia intentó vender la pintura a Alfredo Geri, un anticuario de Florencia, pero fue arrestado antes de que se pudiera completar la venta.

La pintura desapareció más de 2 años, fue devuelta al Louvre y Peruggia fue condenado a un año y 15 días de prisión. El robo causó conmoción en todo el mundo y también aumentó la fama de la pintura y la convirtió en uno de los objetos más codiciados del mundo del arte.

La Mona Lisa, con tan solo 77 cm de alto por 53 cm de ancho, sigue siendo una de las obras de arte más valiosas y famosas del mundo. Actualmente es protegida por medidas de seguridad muy estrictas, gracias a esto, las generaciones venideras tendrán la oportunidad de maravillarse con esta gran obra de arte.

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