El piano, tal como lo conocemos hoy día, es relativamente reciente. Fue en 1709 cuando un italiano, Bartolomeo Cristofori, creó lo que él denominó «Gravicembalo col piano e forte», que permitió al intérprete sutiles graduaciones de volumen y tono, lo que no podía lograrse con el clavicémbalo.

Los primeros pianos, llamados fortepiano, tenían menos notas que los actuales y su timbre era menos poderoso. Pero como tenían muchas notas permitían interpretar en casi todas las melodías imaginables y, por ser relativamente fácil de tocar, se impuso como un símbolo de estatus social.

Ya en el siglo XIX hubo una verdadera explosión en la difusión del piano, al lograrse la verticalidad del instrumento, lo que permitía ubicarse en cualquier espacio por reducido que fuese.

Otro aspecto fundamental fue la progresiva transición de la madera al metal y la fortaleza de las cuerdas que sujetan las 88 notas de un típico piano de concierto, que pueden soportar tensiones equivalentes a 20 toneladas.

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