Los gatos tienen garras protráctiles y retráctiles. En su posición normal y relajada, las garras se enfundan con la piel y el pelo que rodea las almohadillas de los dedos de las patas. Esto mantiene las garras afiladas al evitar el desgaste por el contacto con el suelo y permite el acecho silencioso de la presa. Las garras de las patas delanteras suelen ser más afiladas que las de las traseras.

Los gatos pueden extender voluntariamente las garras de una o más patas. Pueden extender sus garras para cazar o defenderse, para trepar, o para tener más tracción en superficies blandas. Se desprenden de la capa exterior de sus garras cuando rascan superficies rugosas.

La mayoría de los gatos tienen cinco garras en las patas delanteras y cuatro en las traseras.

El espolón se encuentra cerca de las otras garras. Más cerca hay una protuberancia que parece ser un sexto «dedo». Esta característica especial de las patas delanteras, en la parte interior de las «muñecas», no tiene ninguna función en la marcha normal, pero se cree que es un dispositivo antideslizante utilizado al saltar.

Algunas razas de gatos son propensas a tener dígitos adicionales («polidactilia»). Los gatos polidáctilos se dan en la costa noreste de Norteamérica y en Gran Bretaña.

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