¿Cuántas flores tiene lo que llamamos una margarita?
Y sí, se trata de una cuestión de cantidad. Si nos fijamos bien, una margarita está compuesta por decenas e incluso cientos de flores. Diminutas, mínimas e insignificantes, pero flores al fin y al cabo, en su mayor parte completas (con sus estambres, sus carpelos y sus pétalos) y plenamente funcionales. Es por ello que se les denomina flores compuestas.
Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere… A quién no le han contado alguna vez una historia donde una persona enamorada de otra coge una margarita (Bellis perennis) y comienza a arrancarle secuencialmente sus (aparentes) pétalos, realizando una especie de apuesta en la que confía a los designios del azar si su ser amado le corresponde o no.
¿Y si les digo que la margarita no es una flor? Alguno estará pensando: “evidentemente; el autor se ha equivocado en el género del artículo determinado y se refiere a un margarita, típico cóctel mexicano elaborado a partir de tequila, triple seco y zumo de lima o limón”.
Pues no, realmente la margarita no es una flor, aunque lo parezca, es un tipo de inflorescencia llamada capítulo, una flor compleja formada a partir de muchas flores, como un ramo.
Esto no es sólo cosa de las margaritas, sino de todas las especies pertenecientes a su familia, las Asteraceae o compuestas.
Si os fijáis en la foto, apreciaréis la cantidad de flores que hay en el centro de una margarita. Lo que la gente llama "pétalos" (zona blanca periférica) también son flores (tubulosas).
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