La estatua de Nabucodonosor, tenía una cabeza de oro fino, el pecho y los brazos eran de plata, el vientre y las caderas de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro mezclado con arcilla. (Dan 2,32-33).

El profeta, explica con detalle que la cabeza de oro eres tú (Nabucodonosor) Después de ti seguirá un reino inferior al tuyo, luego un tercero que será de bronce y que dominará toda la tierra. Después vendrá un cuarto reino que será fuerte como el hierro. (Dan 2,38-40).

Así han explicado las partes de la efigie, La cabeza de oro simboliza el reino de Babilonia. El pecho de plata representa al imperio medo-persa. A éste le sucederá (vientre de bronce) el reino griego de Alejandro Magno. El cuarto reino, fuerte como el hierro, es el imperio romano. Y luego un reino de hierro y arcilla. Fuerte pero frágil como la arcilla simboliza sus alianzas matrimoniales ineficaces, “el hierro no puede unirse con la arcilla”.

Será un misterioso reino agresivo, fuerte y débil a la vez. A este último reino suplantará un reino del “Dios de los cielos”, que no será destruido jamás.

Al final del sueño, una piedra arrojada contra la estatua de los imperios humanos, pulveriza el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. La piedra es el símbolo del Señor en la historia de Israel. Como dice el Salmo, Yahvé es la roca de salvación.

El sueño de la estatua no estaba dirigido al emperador Nabucodonosor. Sus palabras eran un mensaje para los judíos angustiados y perseguidos.

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