En sus treinta y dos años de vida, el Imperio de Alejandro Magno (356 a.C.-323 a.C.) se extendió desde Grecia, hasta el valle del Indo por el Este y Egipto por el Oeste, donde fundó la ciudad de Alejandría. Fundador prolífico de ciudades, esta ciudad egipcia habría de ser con mucho la más famosa de todas las Alejandrías fundadas por el también faraón Alejandro. De las setenta ciudades que fundó, cincuenta de ellas llevaban su nombre.

Era el hijo del rey Filipo II de Macedonia, en el norte de Grecia. Subió al trono cuando su padre fue asesinado en 336 a.C.; comenzó la planificación de su guerra contra el Imperio Aqueménida de Persia, en ese momento la única superpotencia del mundo controlando un amplio imperio que se extendía desde las fronteras de Grecia, hasta Bactria, actual Afganistán.

En 334 a.C. Alejandro se puso en camino hacia la costa de Anatolia. Cinco años después, Alejandro había barrido por todo el cercano Oriente, Egipto y Babilonia, y capturó a la capital persa de Persépolis. Convenció a sus hombres que, para someter a los persas para siempre, debían aplastar cada rincón lejano de Persa. Esto significaba que el ejército de Alejandro tendría que seguir este, en la Asia Central. Por ello, continuó la conquista de tan al norte como Uzbekistán y al este hasta el valle del río Indio.

Alejandro comenzó a actuar como un déspota oriental y con ello su decadencia: vestía con una túnica persa e insistía en que sus hombres le besaran la mano al saludar.

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