La encomienda fue una institución implementada por los conquistadores españoles durante la colonización en América, para sacar provecho del trabajo indígena. Consistía en la entrega por parte de la corona de un grupo de indios a un español para que éste los protegiera, educara y evangelizara. Los indígenas debían pagar un tributo como obligación de ‘‘vasallos’’ de la corona, retribuyendo de esta manera los servicios prestados por el encomendero.

Generalmente, este tributo se pagaba con trabajo, pero existieron diferencias regionales, podían entregar una parte de su producción agraria o textil, o bien, su equivalente en dinero.

La encomienda permitió consolidar la dominación del espacio que se conquistaba, puesto que organizaba a la población aborigen como mano de obra forzada de manera tal que beneficiaran a la corona. Esto supuso una manera de recompensar a aquellos españoles que se habían distinguido por sus servicios y de asegurar el establecimiento de una población española en las tierras recién conquistadas.

Con la aplicación de las Leyes de Burgos de 1512 se pretendió limitar los abusos sobre la población indígena y se buscó que el encomendero tuviera obligaciones de trato justo. Es decir, trabajo y retribución equitativa. No obstante, a medida que el Imperio español se secularizaba, estas obligaciones fueron abandonándose transformando la encomienda en un sistema de trabajo forzado para los pueblos aborígenes en beneficio de los encomenderos.

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