En una definición básica, el whisky es como el pan y la cerveza, en el sentido de que se hace a partir de agua, cereales y levaduras.

Hay cientos de posibles factores en juego que hacen que cada whisky sea único, pero esta vez hablaremos de los tres grandes pilares de la receta: los ingredientes.

Con el agua empieza la creación de cualquier whisky. De alguna manera, el éxito de una destilería depende en gran medida de qué tan seguro y confiable sea su acceso a una fuente de agua apropiada, de tal forma que se garantice que no tendrá un efecto negativo en el destilado.

Los whiskies más reconocidos del mundo cuidan que los ingredientes como el agua provengan de las montañas más altas de Escocia.

La materia prima para hacer whisky es, como en el caso de todas las bebidas alcohólicas, un carbohidrato. El whisky, necesita de azúcares más complejos, aquellos que están encerrados en los almidones, como los del pan, las papas y los cereales.

Lo único que falta es un elemento para llevar a cabo la transformación del azúcar en alcohol. Aquí hacen su aparición las levaduras: microorganismos del reino fungi que encuentran su fuente de energía en todo tipo de azúcares.

Las levaduras han sido pieza clave y son indispensables para elaborar alimentos que dependen de la fermentación.

La base del whisky son estos tres ingredientes, pero otros factores más afectarán su sabor (barricas, tiempo, salinidad, región) que lo harán tan especial.

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