La seda procede de un líquido viscoso segregado por ciertas glándulas de algunos artrópodos, como las orugas y las arañas, que sale del cuerpo por orificios muy pequeños y se solidifica en contacto con el aire formando hilos finísimos y flexibles.

El hilo de seda es una fibra natural formada por proteínas, producidas por diversos gusanos al tejer capullos dentro de los cuales sus cuerpos sufren metamorfosis a polillas.

También se conoce como seda a la amplia variedad de tejidos fabricados con esta fibra. Aunque como se ha mencionado, es producida por varios grupos de animales artrópodos, en la actualidad solo la seda producida por las larvas de la mariposa Bombyx mori — el «gusano de seda»— se emplea en la fabricación industrial textil.

Ha habido algunas investigaciones en búsqueda de otros tipos de sedas con distintas propiedades, que se diferencian a nivel molecular. En general las sedas son producidas principalmente por las larvas de insectos antes de que estas completen su metamorfosis, pero también hay casos de sedas producidas por ejemplares adultos.

Los tejidos de seda fueron elaborados por primera vez en la antigua China; algunos indicios apuntan a que se fabricaron ya alrededor del año 3000 a. C., aunque hay evidencias más firmes de que la seda se usaba más ampliamente hacia el año 1300 a. C.

La seda se convirtió rápidamente en un producto de lujo muy apreciado por los comerciantes, debido a su textura y brillo.

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