“La Venecia del norte”, “La Palmira del norte” y la “capital cultural de Rusia” son algunos de los nombres relacionados con San Petersburgo, la segunda ciudad rusa en importancia y población.

Fue fundada en 1703 al reconquistar Rusia la salida al mar de Suecia bajo el reinado de Pedro el Grande, quien así reforzó la presencia de Rusia en esa región, abriendo al mismo tiempo una “ventana a Europa”.

Está situada en la costa oriental del golfo de Finlandia del mar Báltico. Llegó a nombrarse la puerta hacia Europa, ya que es un nudo importante de vías fluviales, marítimas y terrestres.

La transferencia de la capital rusa a San Petersburgo en 1712 contribuyó a su florecimiento. Pedro el Grande había vivido y estudiado en los Países Bajos, por eso decidió bautizar a la manera holandesa la nueva ciudad en honor de su santo patrono, Sankt Piterburj, forma que posteriormente se germanizó.

La ciudad cambió de nombre varias veces: se llamó Petrogrado, de manera rusa y más patriótica, al entrar Rusia en 1914 en la Primera Guerra Mundial y luchar contra Alemania. En 1918 perdió su estatus capitalino y, poco más tarde, en 1924 recibió el nombre de Leningrado, en honor al jefe revolucionario Vladímir Lenin. Tras concluir la Segunda Guerra Mundial, la ciudad creció considerablemente gracias al aumento de la población y la construcción de nuevas viviendas. En 1991, y tras un plebiscito, se volvió a llamar San Petersburgo.

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