Manfredo de Sicilia, nació en Grandella, en 1232/1234 y murió en Benevento en 1266. Rey de Sicilia (1258-1266). Hijo natural del emperador Federico II. En 1255-1257 sometió toda Sicilia y Nápoles y, tras la muerte de su hermanastro Conrado IV, se proclamó rey de Sicilia (1258), erigiéndose en jefe de los gibelinos de Italia.

En sus quince años de reinado ocurrió el desmoronamiento del poder de los Hohenstaufen en el sur de Italia.

Hijo natural del emperador Federico II y de Blanca Lancia, su padre lo legitimó en su lecho de muerte, a la vez que le entregaba como herencia el principado de Tarento.

Manfredo fue encargado del gobierno de Sicilia durante la ausencia del emperador Conrado IV, su hermano, y mantuvo en el sur del reino el prestigio imperial hasta el regreso de Conrado en enero de 1252.

Manfredo destacó más como administrador que como guerrero. Se apoyó en el sólido sistema administrativo establecido por su padre y manejó con gran tacto sus querellas con Roma.

Hombre culto, como su padre hizo de la corte de Palermo un centro de concentración de las artes y las ciencias. Las fuentes lo describen como un apuesto joven, de valor caballeresco y firme personalidad.

Durante su regencia, Manfredo, aliado con los musulmanes de Luceria, consiguió extender su dominio a toda la Italia meridional y parte de la central, lo que le hizo entrar en conflicto con el Papado, encarnado en la persona de Inocencio IV.

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